dimecres, 21 de gener del 2015

La Ciudad Blanca de Tel Aviv

La Ciudad Blanca de Tel Aviv

 EL PERIODICO
La Ciudad Blanca se refiere a un conjunto de más de cuatro mil edificios de la Bauhaus o en estilo internacional construidos en Tel Aviv desde los años 30 por arquitectos judíos alemanes. Tel Aviv tiene el mayor número de edificios en este estilo que ninguna otra ciudad del mundo. En el año 2003, la Unesco proclamó la Ciudad Blanca de Tel Aviv como lugar Patrimonio de la Humanidad.


Si Michael Jackson muere algún día, tarde o temprano, que no sea lejos de aquí. Estamos preparados para ello...”, me confió una vez cierto agente de viajes en Israel. Y a fe que lo están, ahora que Tel Aviv se ha convertido en centro de peregrinación moderna para espíritus inquietos, aventureros de la necesidad y heterodoxos de diversa catadura. Hay países adscritos eternamente al concepto de Tierra prometida e Israel es uno de ellos, con independencia incluso de los vestigios que las tres grandes religiones monoteístas le dejaron. Dos años atrás quedó finalista Tel Aviv como ciudad con mayor pujanza del momento, al lado de Nueva York y Medellín (Colombia). Ahora su Pride Parade llama a las puertas de Occidente, como gran Sodoma del holy land, que a fin de cuentas no deja de ser referencia bíblica... “La media de edad de nuestros peregrinos crece peligrosamente. Sería deseable que rejuveneciese”, acababa diciéndome aquel touroperador, hace dos décadas, cuando el turismo gay parecía reconocer solo divertidas capitales de la libertad y la tolerancia sexuales en Amsterdam, Mikonos y San Francisco.
Ciento cincuenta mil personas reunió el Price Parade el pasado 13 de junio, a modo de aperitivo para las fiestas mayores que en Occidente contempla el Orgullo Gay, caso del Love Parade berlinés o de las lentejuelas con que lo celebra el muy castizo barrio de Chueca. Porque Tel Aviv mide sus parámetros frente a las metrópolis de Europa y Estados Unidos, no tanto de Medio Oriente y el Sureste Asiático. Reunió fuerzas y efectivos la comitiva de la Price Parade en el Meir Park de Tel Aviv, desfiló por el paseo marítimo que los israelíes compraron a los palestinos hace un siglo y, llegada al Hotel Dan International, rompió con espectáculos y diversión para todos los públicos. Buscaba el desfile la normalización de opciones sexuales y lifestyle, antes que el exhibicionismo, en una ciudad ya de por sí escaparate, habida cuenta de los rascacielos de diseño que forman su skyline, entre su puerto moderno y Opera Tower. Las cadenas Sheraton, Crowne Plaza y Carlton, entre otras, se esforzaron en Tel Aviv para hacer sentir al visitante que allí levantaron edificios inteligentes, a espaldas de la estandarización de servicios e instalaciones que pueda confundirle de objetivo turístico.
Soluciones estéticas
Nació Tel Aviv en 1909 como experimento de la arquitectura garden city, extramuros del asentamiento milenario que Yafo le brindaba, frente al Mediterráneo Oriental. Al poco, en los años 30 ya se habían asentado allí los creadores de la escuela Bauhaus, atados de pies y manos en su Alemania natal como para poner en práctica, sobre el terreno, croquis visionarios acerca del confort por venir en la gran urbe. Nada mejor que una ciudad por levantar, a expensas del sionismo, para experimentar con nuevas soluciones residenciales, a la par que estéticas. Prueba de aquella praxis artística viene a ser todavía el Boulevard Rothschild de Tel Aviv, donde mayor número de balcones y cornisas de estilo internacional se concentran por metro cuadrado. Y es que en Tel Aviv hay que hablar de metros y no de kilómetros cuadrados, considerando que crece hacia arriba, a falta de terreno hacia el que expandirse. De ahí también su carestía.
Mucho y rápido evolucionó el modus vivendi de la capital económica israelí, desde que en 1906 fue planificada por la convención judía en Yafo y levantada, a continuación, por la cooperativa Ajuzat Bait. Se desarrolló poco después a partir la península del río Yarkon, con pabellones de feria y edificios paradigmáticos como el Orient Fair, con los arquitectos bauhaus manos a la obra. Tanto es así que en el 2003 se declaró Patrimonio de la Humanidad su modelo de Ciudad blanca y cúbica, a modo de prehistoria, cara al futuro galáctico que esperaba a ciudad tan paradigmática. Llegaron a su perímetro los malls al estilo norteamericano, las piscinas en las azoteas contra la calima, los clubes náuticos, distintas modas revival y el carril bici, poco antes de refundarse Silicon Valley a sus afueras como Silicon Wadi, con el parque tecnológico gracias al cual dicen que Israel sorteó la crisis económica de Occidente. A la cabeza de las corporaciones hi-tech, en torno a centros de investigación financieros, la Tel Aviv Stock Exchange opera en lo que podría traducirse como río de la silicona, atendiendo a la etimología de la voz semita wadi. Allí también nacen las operaciones de ingeniería bursátil que apuntalan la economía israelí.
El tesoro insólito de la diáspora
Tel Aviv se llamaba, en el siglo IV, el barrio de la legendaria Babilonia desde el cual los rabinos mandaban emisarios a los puntos cardinales del éxodo judío, con respuestas de escuela talmúdica a las dudas rituales, jurídicas o cabalísticas que surgían en las comunidades europeas o norteafricanas adscritas a Yahvé. Lo cuenta el Beth Hatefutsoth, Museo de la Diáspora en la ciudad, cuyo tesoro insólito viene a ser una reproducción de la pintura figurativa hallada en las sinagogas del yacimiento sirio Dura Europos. Algo totalmente inconcebible para el judaísmo tradicional, lo mismo que para el Islam de periodos no omeyas. También el topónimo Tel Aviv alude literal y conceptualmente a la “colina de la primavera”, en boca de los sionistas que dieron contenido político al imaginario bíblico de la “tierra prometida”. La ciudad histórica de Yafo que la vio crecer, emprendedora entre inmigraciones del desarraigo en el siglo XX, custodia ahora los usos y costumbres en el Creciente Fértil, al sur de su línea costera denominada Gush Dan.
Por Florentin atiende el soho estudiantil y por Neve Tzedek el distrito que, en el Tel Aviv meridional, desdice esa regla no escrita según la cual el norte de las ciudades siempre presenta mayor desarrollo que el sur. Será por eso que a veces perdemos el norte... Se abre camino en el centro de la ciudad la autopista Ayalon, poniéndole velocidad a su distrito financiero, en el que reina el Azrieli Business Center, conectando con un centro comercial sus tres rascacielos. Quedan al norte las facultades universitarias de Tel Aviv, así como el Parque Hayarkon y los perímetros residenciales de Ramat y Afeka. Pactan, sin embargo, a la altura de Allenby los distintos ambientes y niveles adquisitivos que coexisten en Tel Aviv. Porque allí el colorido del Carmel Market convoca todos los bolsillos, igual que el renovado Teatro Habima, institución de la gran dramaturgia nacional. Un centro también renovado, que conoció su fundación en la diáspora de Moscú, allá por el año 1905, trasladando después su atrezzo, sus libretos y dicción idish, hebrea de Centroeuropa, a Tel Aviv. Calderón había dejado dicho en las tablas que “la vida es sueño”... Y para saber hasta qué punto es cierto, antes de abandonar Tel Aviv basta con asomarse a sus subastas de pintura y antigüedades en Matsart, alcanzada la Frishman Street. De astronómicas pueden calificarse sus cifras, antes que cualquier telescopio.
Diseño Bauhaus 1930
Hizo fortuna Tel Aviv, allá por los años 30, cuando los arquitectos alemanes que le daban altura y nivel de lifestyle recibieron allí carta blanca en pro del urbanismo residencial que no admitía el perímetro de la Vieja Mittleeurope, abigarrado y secular. A resultas de sus planos, pues, la desde entonces conocida como Ciudad Blanca ganó el bulevar de Rothschild y la plaza Dizengoff para la causa artística. Hasta cuatro mil edificios se levantaron en una década según el también denominado “estilo internacional”, modelo avant-garde, bajo delineación de, entre otros, Shlomo Bernstein, Munio Gitai-Weinraub y Samuel Mestechkin. El trazado futurista en Tel Aviv lo inyecta, ahora, su línea marítima de hoteles. Es más, en los alrededores de Rothschild muchos edificios Bauhaus piden a gritos aggiornamento desde que la Unesco los declaró Patrimonio de la Humanidad en el 2003. De cualquier forma, los locales de copas y restaurantes bohème abiertos en el espacio Bauhaus de Tel Aviv, concebido inicialmente como ciudad-jardín, apuestan de nuevo por los ismos. Sus ventanas retranqueadas, tejados planos y soportales bajo pilar proporcionan escenario al empuje con que muchos artistas experimentales imaginan el porvenir de su ciudad, aquí y ahora. Más datos sobre tours y visitas guiiadas en el Bauhaus Center (www.bauhaus-center.com).
Orgullo gay en invierno y 13 km de playas
Tel Aviv, calificada en numerosas ocasiones como mejor destino LGTB (siglas que designan colectivamente a lesbianas, gais, bisexuales y transexuales), celebrará el primer orgullo gay de invierno entre los días 24 de diciembre y 7 de enero. Mientras que Europa está bajo temperaturas invernales, Tel Aviv, con su promedio de 300 días soleados al año, disfrutará durante esas fechas de unas cálidas temperaturas que rondarán los 20 ºC. Además, la ciudad ofrece trece kilómetros de playas mediterráneas, deportes acuáticos, una vibrante vida nocturna, escenarios culturales, variada gastronomía nacional e internacional y muchos atractivos más. Es, por tanto, un destino original y cálido para pasar las vacaciones navideñas. Diversión y cultura se unirán durante las celebraciones del citado festival LGTB, y las actividades serán gratuitas en su gran mayoría. Durante el día, el escenario principal de los eventos serán el paseo marítimo y la playa. Por la noche, la ciudad, que nunca duerme durante estos días, ofrecerá fiestas y eventos especiales en los clubes de la órbita LGTB.

 

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada