dimecres, 4 de juny del 2014

"El equipo del Príncipe"

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El equipo del Príncipe

Pocos y eficientes, los colaboradores de don Felipe han marcado su vida | Jaime Alfonsín ha permanecido en la secretaría del don Felipe desde 1995 | El general Alcina ofreció disciplina castrense, pero también comprensión

Política | 04/06/2014 - 00:43h | Última actualización: 04/06/2014 - 12:00h
El equipo del Príncipe
El príncipe Felipe y el rey Juan Carlos, en El Escorial AP / Daniel Ochoa de Olza

La única casa del Príncipe es en la que vive. Durante años y más desde que, en 1995, don Felipe asumió plenamente sus funciones como heredero, a su regreso de Washington, en la Zarzuela se ha evitado crear una estructura paralela a la de la Casa del Rey con el objetivo de evitar duplicidades y camarillas. En las últimas dos décadas, el equipo que ha rodeado al próximo rey de España ha sido tan reducido como eficaz, apenas diez personas dirigidas por el abogado Jaime Alfonsín, jefe de la secretaría del príncipe de Asturias, quien tiene todas las papeletas para ser nuevo secretario general de la Casa del Rey, un hombre organizado y discreto que lleva 19 años junto a don Felipe.

En los próximos días, y como consecuencia de la renuncia de don Juan Carlos, los altos funcionarios de la Casa del Rey también cesarán en sus funciones y será Felipe VI quien deberá formar su propio equipo. La lógica sucesoria es que, en los próximos meses, sean el actual jefe, Rafael Spottorno, y el secretario general, Alfonso Sanz Portolés, quienes ejerzan interinamente sus cargos y realicen la transición hasta que don Felipe nombre a sus sucesores. Según marca la Constitución, el Rey nombra y releva libremente a los miembros civiles y militares de su Casa. Con categoría de ministro y secretario de Estado, respectivamente, el jefe y el secretario general de la Casa del Rey son fundamentales en el funcionamiento de la Zarzuela, y los nombres que elija el futuro Rey serán una de las primeras señales de hacia dónde va encaminado su reinado. La quiniela de futuribles incluye como destacado a Jaime Alfonsín, la discreta y leal sombra del Príncipe. Abogado del Estado, que trabajó en el bufete Uría y Menéndez, Alfonsín llegó a la Zarzuela en diciembre de 1995, después de que don Felipe regresara a a Madrid tras sus dos años de estancia en Washington, donde cursó un máster en relaciones internacionales impartido en la universidad de Georgetown.

En 1993, una vez concluidos sus estudios de Derecho y Ciencias Económicas en la universidad Autónoma de Madrid, don Felipe se matriculó en la universidad estadounidense para cerrar el plan de formación académica que se había diseñado para él. El Príncipe combinó durante su estancia en Estados Unidos su preparación en el ámbito de la política internacional con una existencia más anónima y libre en unos tiempos en los que las especulaciones sobre su futuro sentimental centraban la atención sobre él. Los meses que pasó en su casa de Georgetown, el barrio de la capital donde vivió John F. Kennedy antes de trasladarse a la Casa Blanca, fue un tiempo que don Felipe recuerda como un periodo único, el último en el que vivió sin más presión institucional que la de formarse. En aquellos dos años, excepto los meses de verano en los que regresaba a España, don Felipe, que compartió vivienda y estudios con su primo Pablo de Grecia, estaba asistido por el diplomático Enrique Pastor y un militar, Ignacio Inza, (actualmente ayudante de don Juan Carlos) además de un reducido grupo de escoltas. Pastor e Inza ejercían de enlace del Príncipe con la Zarzuela y con las autoridades de Estados Unidos. Los dos llegaron a estar tan implicados en los estudios del Príncipe que, al término de la ceremonia de graduación de don Felipe, también ellos recibieron un diploma acreditativo de su paso por Georgetown.

El diplomático Enrique Pastor fue el primer civil que trabajó en el equipo de don Felipe. Llegó a la Zarzuela de la mano de Rafael Spottorno quien, en 1993, estrenaba el cargo de secretario general de la Casa del Rey, donde formó tándem junto a Fernando Almansa, quien había sustituido a Sabino Fernández Campo como jefe de la Casa del Rey . La llegada de Almansa y Spottorno marcó el funcionamiento de la Casa del Rey y un cambio de ciclo: los diplomáticos sustituían a los militares aunque éstos, como Fernández Campo, tuvieran un destino civil.

La llegada de Enrique Pastor, fichado para que acompañara al Príncipe a Estados Unidos, supuso la salida de la Zarzuela del general José Antonio Alcina, un ayudante del Rey a quien éste, en 1984, encomendó la supervisión de los estudios del heredero. Por aquel entonces, don Felipe era un adolescente rebelde a quien le costaba centrarse y que, consciente de su posición, se estaba volviendo caprichoso y voluble. El Príncipe necesitaba disciplina castrense y también comprensión y cariño paterno, que es la combinación que Alcina aplicó con el joven heredero por encargo de don Juan Carlos.

Alcina, además de vigilar la educación y formación del Príncipe, le acompañó y orientó en la vida cotidiana desde que el heredero se trasladó a Canadá para estudiar el equivalente a COU en el Lakefield College School de Toronto. Allí estuvieron un año hasta que en 1985 don Felipe empezó su formación militar, que incluyó tres cursos en las academias de los tres ejércitos sitas en Zaragoza, Marín y San Javier. Concluida la formación castrense el Príncipe, ya con 21 años, estrenó su primer ayudante-secretario, puesto que recayó en el fiel Alcina, que siguió con él toda su carrera universitaria. La separación llegó en 1993, cuando don Juan Carlos, de acuerdo con los nuevos responsables de la Casa del Rey, Almansa y Spottorno, decidieron que era mejor que un civil acompañara a don Felipe a Washington. José Antonio Alcina fue elevado al hasta entonces inexistente cargo de segundo jefe del Cuerpo Militar de la Casa del Rey, y Pastor acompañó a don Felipe.

Al regreso del heredero a Madrid, Enrique Pastor ejerció algunos meses como secretario de don Felipe pero, aunque él probablemente hubiera querido continuar, su misión en la Zarzuela, como la de José Antonio Alcina, había acabado. Don Felipe, una vez concluida su etapa de formación tenía que empezar a ejercer de heredero, un papel que estaba por escribir. Para esta nueva etapa en la vida del heredero fue escogido Jaime Alfonsín, un gallego residente en Madrid, nacido en 1956, abogado del Estado que, tras ejercer como funcionario público, trabajaba entonces en el bufete de abogados de Rodrigo Uría y Aurelio Menéndez. Menéndez Uría, que había sido uno de los preceptores de don Felipe, recomendó a Alfonsín, que entró en la Zarzuela el mes de diciembre de 1995. Con él se creó la secretaría del Príncipe, la primera estructura de apoyo a las funciones del heredero. Junto a Alfonsín, todo discreción y eficacia, trabaja el general Emilio Tomé, que fue profesor del Príncipe en la academia de Zaragoza y, posteriormente, su primer ayudante militar.

Con la llegada de la princesa Letizia, el equipo de don Felipe se amplió con José Zuleta, militar y además aristócrata, procedente del equipo de protocolo de la Zarzuela. El duque de Abrantes y marqués del Duero es la sombra de la Princesa. Todos están pendientes ahora de su futuro y orgullosos de haber compartido el camino del Príncipe hasta el trono.

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